martes, 16 de enero de 2007
Ibiza.Diciembre 2006
Lluvia, niebla, un hombre con un paraguas me espera en alguna carretera de la isla.
Me imagino su figura recortada de pie en el arcén, firmes, esperando mi llegada, impaciente de encontrarme, reconocerme, abrazarme, subir al coche y refugiarse por fin del frío y la humedad.
Le busco sin encontrarlo entre la niebla espesa y fría. Llueve mucho, me preocupa, no saber donde esta, y que siga mojándose sin más, calándose debajo de su paraguas
¿Quién sabe cuándo parara esta lluvia? Lleva ya diez días cayendo sin parar, atrapados en esta intensa niebla que no se va y que como un escudo nos mantiene sitiados, rodeados por ella, ya tantos días.
Ya una hora, le llamo por teléfono y no contesta, no lo cogé, seguro que no debe oírlo.
El ruido de la lluvia es fuerte al dar en el parabrisas, al caer y chocar con el asfalto, las ruedas la levantan del suelo.
Todo es húmedo, son las cinco, estoy casando de buscarlo, la isla no es muy grande, ¡pero sin referencias! difícil de encontrarnos. Me detengo en un bar, comeré y espero que mientras tanto se canse y me llame.
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