viernes, 1 de diciembre de 2006
Milan Kundera
Querido Milan Kundera,
Es para mi un honor perderme en la lectura de tus libros, zambullirme en ellos y sentirme uno más de tus personajes señalado por tus palabras y sus historias.
Sabes me avergüenzo y sin embargo me alegro al decirte que la primera vez que te leí robe tu libro, era aquel “El libro de la risa y el olvido”, nunca lo hago pero estaba allí entre montones y montones de títulos, lleno de polvo y olvidado. Mis manos se sintieron atraídas a él y empecé a leer donde la amante enamora a la esposa y el marido acaba hastiado de la relación entre ellas dos. No pude despegar mis ojos hasta que lo acabé y desde entonces he leído todos tus libros.
Creo que el escritor tiene el poder de comunicar aquello que conoce para que el resto reflexionemos e intentemos no seguir equivocándonos eternamente.
No me extraña que te concedieran el premio Nobel.
En tu obra maestra “La insoportable levedad del ser”, toda la humanidad estamos retratados, sin embargo yo me quedé prendado un verano cuando leí “La identidad” y las frases de la protagonista brotaron de sus páginas como unos labios ardientes y apasionados:
“Ya no dejaré de mirarte. Te miraré sin parar”. “Dejaré la lámpara encendida toda la noche. Todas las noches”
Por momentos muy íntimos… gracias.
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